La separación política del Perú de España fue difícil por ser el Perú el centro del poder español en América del Sur. No fueron suficientes los esfuerzos de la corriente libertadora del sur, dirigida por don José de San Martín, en 1821. Por esto fue necesaria la llegada de la corriente libertadora del norte, dirigida por Simón Bolívar, en 1823.
Bolívar llegó al Perú invitado por el Congreso y recibió el encargo del poder militar del presidente Bernardo Torre Tagle. Bolívar se abocó a formar un ejército, en Trujillo, contra el virrey José de la Serna porque entendió que la única forma de vencer al ejército español o realista era en la sierra por medio de un ataque frontal. El historiador Heraclio Bonilla sostiene que Bolívar debió enfrentar la anarquía de la clase política peruana con los gobiernos de Riva Agüero y de Torre Tagle y la indecisión de la sociedad colonial peruana para optar por la ruptura frente a España. En febrero de 1824, el ejército argentino se sublevó por falta de pago de sus haberes y entregó el castillo del Real Felipe en manos de los realistas a cargo del general Rodil. Torre Tagle fue destituido y el Congreso le revistió de poderes absolutos de dictador a Bolívar, mientras que José Faustino Sánchez Carrión-como secretario-general reunió fondos para la campaña final y reclutó civiles para el ejército patriota.
Un acontecimiento inesperado favoreció el término de la independencia del Perú. En marzo de 1824, el ejército unido libertador recibió noticias desde Bolivia sobre los enfrentamientos internos en el ejército realista; facciones identificadas como los absolutistas o conservadores a la cual pertenecía el general Antonio Olañeta con 4000 soldados contra el Virrey liberal que estaba a favor de la monarquía constitucional. La Serna contaba con 18000 soldados, pero debido a la sublevación el número disminuyó a sólo 14000 soldados.
El Virrey dispuso de 4000 hombres para detener a Olañeta quedándose apenas con 10000 soldados. Por esta razón, Bolívar comprendió que era el momento de atacar a los realistas y movilizó las tropas patriotas de Huaraz contra los realistas. Bolívar pasó revista al ejército unido, el cual ascendían a 7700 hombres de todas las armas, sin incluir las guerrillas, que alcanzaban el número de 1500, sumaba así un total de 9200 soldados.
El historiador Francisco Quiroz señala que esta batalla fue precipitada por el avance ejército unido al hallarse en las pampas de Junín con el ejército realista, viéndose obligado a presentar batalla a fin de no ver cortada la comunicación con la retaguardia. El historiador Manuel Odriozola señala que los ejércitos se buscaban y se hallaron el 6 de junio en Junín. De esta manera la batalla de Junín fue entre un ejército realista disminuido y el ejército patriota de Bolívar, el cual contó con la participación de los montoneros o campesinos alzados en armas.
La caballería realista llevó ventaja en el inicio de la batalla. Las fuerzas patriotas comandadas por Guillermo Miller y Mariano Necochea no tuvieron éxito en sus respectivos ataques y retrocedieron.
Según el historiador Mariano Torrente, mientras los realistas entonaban himnos de victoria, dos escuadrones patriotas que se encontraban en la retaguardia al mando del teniente coronel Isidoro Suárez, se lanzaron sobre ellos sumiéndolos en el mayor desorden y confusión, obligándolos a ponerse en retirada.
En la batalla destacó el regimiento Húsares del Perú, montoneros que iniciaron el ataque al ejército realista. Este hecho fue aprovechado por el ejército patriota. Así se rompió el mito de que la caballería realista era invencible.
Odriozola señala que durante la batalla no se oyó nada más que el chasquido del sable y de la lanza. No hubo distinción de clases: cada jefe y oficial un soldado, cada soldado un héroe.
Miller indica que aunque los realistas no iban estrechamente perseguidos en su retirada ni eran seriamente molestados, perdieron mucha gente por la deserción.
Lima fue un caos al enterarse de la derrota realista ante los patriotas. Bolívar, por orden de la Gran Colombia, retornó a Lima con el propósito de reunir más soldados. ¡La batalla de Junín significó la primera gran derrota realista ante los patriotas! ¡La proclamación de la Independencia de don José de San Martín se hacía realidad!
La Independencia del Perú se volvió realidad gracias a la división del ejército realista.
Un ejército o gobierno dividido no durará mucho. Jesucristo lo señaló claramente cuando dijo: “Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer”. Marcos 3:24-25
Así sucede con nuestra vida personal. No podemos pretender lograr el bienestar si nos encontramos alejados de Dios. La única forma de no estar divididos y que nuestra vida tenga un propósito es cuando entregamos nuestra vida a Dios. La unidad y reconciliación con Dios y con uno mismo es cuando recibimos a Jesucristo como Señor y Salvador, obteniendo el perdón de nuestras faltas contra Dios.