jueves, 31 de diciembre de 2009

ÚLTIMA ENTREVISTA AL DOCTOR FRANKLIN PEASE (Parte Final)

Es un gusto publicar el último día del 2009. La última parte de la entrevista al Doctor Franklin Pease. Fue un maestro en todo sentido de la palabra. Me acuerdo que le incomodo la pregunta 9 porque no le gustaba opinar sobre sus colegas para evitar el juzgar mal. ¡Cuantas veces hemos juzgado mal como profesionales! ¡Fue un maestro dentro y fuera del aula! ¡Muchas gracias doctor Franklin Pease!
9 .- ¿CUÁL ES SU OPINIÓN ACERCA DE LA FORMACIÓN DEL HISTORIADOR SANMARQUINO?
Yo he tenido contactos esporádicos con los colegas de San Marcos, en reuniones, durante mucho tiempo he tenido contactos también con estudiantes, que incluso han llevado cursos aquí, en este momento no tengo una información cercana sobre la formación de los historiadores. Solo quiero decirles que San Marcos tiene una larga trayectoria de investigación que después de épocas difíciles y cercanas, debe retomarse con entusiasmo.

10.- ¿CUÁL ES SU CONSEJO PARA LOS JÓVENES HISTORIADORES?

Yo no sé que consejos le puedo dar a un historiador, salvo trabajar. No se trata, insisto en un punto que me lleva a una pregunta anterior, no se trata solo de estar en el archivo, no se trata solo de tener un enorme informe-masa documental a la mano, se trata de definir con cuidado las preguntas que pueden responder problemas en espacios concretos, de manera que los trabajos puedan responder a un andamiaje de interrogantes, claro, porque sino caemos en el viejo sistema que ha funcionado durante tanto tiempo de simplemente aumentar información sobre hechos, entre comillas, conocidos o responder a interrogatorios previos, no estamos en la condición de los visitadores del siglo XVI, aunque una buena parte de la historiografía del siglo XX en toda América Latina no ha respondido preguntas concretas, sino que ha repetido eso que criticaba Karl Popper, lo que interesa al historiador no es confirmar lo que ya sabe o lo que se cree que ya se sabe, sino destruir, lo que se sabe mal, romper con la información mal organizada, romper las consecuencias de una información incompleta, cambiar la perspectiva y el punto de vista que se tenía, es decir ser más consecuentes con el hecho que no se trata de confirmar las mismas preguntas, entonces cuando uno quiere confirmar, siempre encuentra argumentos para confirmar, ya que los argumentos están en la cabeza de uno y no en la información, entonces el problema es hacer preguntas nuevas que requieran de un trabajo intelectual distinto, porque el trabajo del historiador no es solamente obtener la información, el trabajo del historiador es elaborar con la información que consigue una respuesta intelectual razonable para las preguntas que uno mismo formula, ese trabajo es infinito. (Próximamente otra entrevista)

Bookmark and Share

miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA LECCIÓN PERUANA

Por qué debemos aprender de una de las mejores y más intactas culturas gastronómicas del mundo.

Desde Lima, Daniel Greve

Aún no puedo sacarme de la cabeza el episodio. Debe haber pasado hace unos dos años, en Holanda, durante una actividad oficial que buscaba promocionar Chile como imagen país. Delante de unos doscientos especialistas en vinos y destilados, líderes de opinión en sus respectivos países, Chile hacía debut con un par de emblemas culinarios. Lo habían hecho con geométrico éxito Portugal y México. Era nuestro turno. Pero en lugar de mostrar a Chile desde el orgullo, desde nuestros sabores ancestrales, desde nuestra materia prima mejor conservada, el debut fue el de quien llega con pocos presupuestos, con la torpeza de hacer más encuentros a bajo costo, en lugar de hacer menos pero con mejor desarrollo y más impacto. En el fondo, con más ínfulas que verdades. El pisco sour de bienvenida era espantoso y, para nuestra desgracia más subrayada, estaba el experto peruano en vinos y piscos Johnny Schuller. Estábamos con Patricio Tapia y se nos caía la cara de vergüenza. Pero había que tomárselo con humor. Pato miró a Johnny y le dijo, con una mezcla de risa y resignación: “una mierda, ¿verdad?”. “Una mierda”, contestó Johnny, siguiendo el juego. Y así era. El buffet, no simple sino que simplón, y sin preparaciones típicas, también estaba alineado. El tomate chileno se presentó en una caprese. Pedí una explicación, al no ver chancho en piedra, o pebre, o ensalada chilena. Y la respuesta fue: “es que eso es muy rasca”.

Bajo esa lógica, que es sin duda la convicción más fuerte, propagada y a la vez dañina, Chile tiene muy pocas posibilidades de llegar con la verdad de su cocina al mundo. Ahora me encuentro en Perú, luego de hacer un trip culinario junto con el Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile, y pude constatar –como queda claro y escrito en la calidad con la que se representa afuera– que el eje de la cocina limeña, que hemos degustado intensamente, son sus raíces. Y el orgullo con el que se muestran. Los restaurantes más modernos, mejor montados, que miran hacia una cocina evolutiva y que se emparentan sin ningún signo de debilidad frente a los mejores restaurantes de Europa, todos, sin excepción, aprovechan la materia prima que les entregan las dos enormes y nutridas despensas que Perú tiene, por mar y tierra. Y en ningún momento existe una pretensión de querer afrancesar o españolizar su cocina. Todos, los modernos y los tradicionales, los de autor y los que interpretan una zona específica del Perú, sin excepción alguna, aprovechan su potente pasado histórico culinario, en muchos casos de miles de años, y lo potencian con una elegancia y convicción asombrosos.

Y ahí está una de las claves. Creer. Alguien dijo una vez que no hay que ver para creer. Hay que creer para ver. Y la cocina peruana, tanto por lo que yo recordaba de Cusco y Arequipa, como por lo que pude ver en Lima e Ica, posee una convicción blindada y una vista kilométrica. Los peruanos, aparte de cocinar con una sazón con la que nacen, que está en su genética, en su ADN, lo hacen con convicción. En su cocina no hay pretensiones falsas, ni sofisticaciones estériles. En Perú se cocina con el corazón, más que con las manos. Hay un amor infinito por el pasado, por el origen, por la materia prima, por la tierra, por el mar. Existe una ideología que no acepta sucedáneos, un orgullo que es alérgico a la falta de identidad. Y si en el vino existe denominación de origen y se lucha por el terroir, pues la cocina peruana nace desde la médula misma de esa autenticidad.

Sólo ayer estuvimos recorriendo varias bodegas de pisco. Bodegas que aún conservan los lagares de la conquista, que mantienen viejos secretos de destilación, que exhiben con exquisito orgullo que el tiempo sí ha pasado, y que lo ha hecho a su favor. En los comedores del Tres Generaciones, con la señora Juanita, me comí uno de los platos de mi vida. Ensalada de pallares verdes. Así. Simple, sin laberintos ni sabores que están de más. Como cuando fui a comer al Can Fabes, el restaurante de tres estrellas Michelin de Santi Santamaría, considerado entre los 20 mejores del mundo, y pude probar su simple y exquisita crema de guisantes. En su momento lo dije: la gracia de Santi es justamente esa. Llevarnos al Nirvana con una simple crema, algo que por cierto es muchísimo más difícil que hacerlo con un sofisticado plato que lleva trufas y foie gras, que es casi una carrera ganada desde un inicio. Aquí no. Con una simple selección de porotos sancochados, los mejores al alcance, con algo de ají amarillo, vinagre local, cebolla morada, limón verde y sal, estaba frente a uno de los bocados más sublimes del universo. Así de simple. Y así de glorioso.

Chile debe sacar de aquí una gran lección। No de técnicas, ni de recetas o fórmulas। Debe volver a creer. Debe recuperar el orgullo por la cocina antigua, la de verdad, la que le da a nuestro país un nombre. Chile no es una caprese. Chile no es un risotto. Chile no es un caramel custard. Si bien todas esos ejemplos deben existir, para que la oferta sea nutrida, amplia y digna, tienen que cohabitar también, y con igual o más fuerza, ejemplos de lo que verdaderamente somos. Por suerte siguen habiendo ejemplos en Santiago, y muchos de los cocineros jóvenes están interesados en productos endémicos, y hacen esfuerzos por recuperarlos y realzarlos, pero falta mucho, sobre todo por parte de las instituciones que nos representan afuera, para que pase de ser un tímido susurro –del que a veces nos avergonzamos– a un grito potente y honesto, que provenga de las entrañas. Perú lo viene haciendo desde hace mucho tiempo. Y su grito auténtico y penetrante ya fue escuchado.


Bookmark and Share



martes, 15 de diciembre de 2009

Los suizos aprobaron en un referendum prohibir por amplia mayoría la construcción de nuevos minaretes

Imagen del minarete de la gran mezquita de Ginebra, Suiza.

Por
José Ragas
El tema religioso europeo se ha convertido en un tópico muy controvertido y delicado. En la larga duración, Europa siempre ha sido una arena de confrontación entre religiones, con un predominio de intolerancia desde la Edad Moderna en adelante, y con bolsones aislados de tolerancia hacia otras culturas. Dada la dificultad para abordar el tema en su totalidad, solo mencionaré brevemente un tema que me interesa: la visibilidad del Islam en Europa.

Con esto no quiero decir que se trate de un problema el ascenso del Islam en Europa, sino que ha planteado un reto a un continente por tradición intolerante y que solo a partir del fin de la IIGM tiene ciertos parámetros con los cuales busca orientarse hacia la comprensión de otros credos.

Además, hay que considerar que debemos dejar de pensar en términos de cristianismo vs islam o cristianismo vs. comunismo (como antes). La idea de limitar la presencia de símbolos o emblemas de determinadas religiones (los velos, por ejemplo) ha sido considerada como una opción de "igualdad" para todas las confesiones. Esto no ha impedido brotes de violencia por episodios como las caricaturas de Mahoma, que provocaron revueltas urbanas, o el asilo de Salman Rushdie, que han llevado el Islam al corazón de Europa, algo que solo anticipa quizás el futuro panorama mundial.

Bookmark and Share



El País de Israel

La superficie terrestre del país de Israel es de 22 145 km² que es similar a la superficie de: A. Uruguay B. Portugal C. Belice D. Surinam R...