Esta pregunta me recuerda las vergonzosas imágenes de esos estudiantes desadaptados atacando un muro de
Pero esto no es un hecho aislado, hay muchísimos sitios arqueológicos saqueados, a riesgo de sonar exagerada, se puede afirmar que este es el paraíso de los huaqueros. Si afinamos la memoria, cada sitio arqueológico evidencia la huella de sus visitantes, Pachacamac, por ejemplo, tiene la mayor parte de sus muros con inscripciones.
El problema es que no existe una cultura patrimonial, no relacionamos sitios arqueológicos (tumbas, cerámica, tejidos, edificios) con patrimonio cultural, no lo asimilamos como nuestro. Los cursos que aglutinan historia del Perú, historia universal, geografía y ciudadanía no enfocan el tema de patrimonialidad, es necesario empezar a introducir el tema en los colegios, desde los primeros niveles.
Por otro lado, tenemos padres y madres de familia que tampoco enseñan a respetar y preservar el patrimonio porque forman parte de una larga cadena de hábitos, en el norte las familias van a huaquear juntos, padres, abuelos, tíos, los niños van y huaquean como jugando. Tuve un alumno en
Hay ejemplos donde se logra involucrar a la población en la preservación y puesta en valor de un sitio arqueológico, como Caral donde los pobladores han aprendido a apreciar lo que tienen, son privilegiados y deben entenderlo, no solo por el enfoque económico (turismo, servicios, negocios) sino también por el lado de la continuidad histórica y la herencia cultural que tienen en sus manos.
A riesgo de críticas posteriores, pienso que en los colegios debe volver a dictarse el curso de historia del Perú, no con los textos de Pons Muzo o Castillo Morales que iban acorde con un modelo tradicional, memorística y llena de datos, debemos impartir una historia más critica, que enfoque procesos económicos, sociales, políticos, culturales. Un curso que desarrolle en los alumnos y alumnas conocimientos sobre procesos concretos como la construcción de la ciudadanía y la democracia, el militarismo, la corrupción pública, el patriarcado, la pobreza estructural, la discriminación, etc. Y en este proceso los especialistas tienen un rol fundamental, es momento de masificar los conocimientos.
6.- ¿CUÁLES SON LOS APORTES DE LA RAZA NEGRA A LO LARGO DE NUESTRA HISTORIA?
Vamos por partes. Hoy en día no hablamos de razas, la raza fue una categoría epistemológica inventada para justificar el predominio de un grupo sobre otros y nos llevó a pesadillas como los campos de concentración en Europa y los genocidios como los del Caribe en el siglo XVI y los de Bosnia en el siglo XX, por citar algunos que me vienen a la mente ahora. Los grupos humanos son diferentes, es verdad, pero no se debe a superioridad o inferioridad, sino a adaptaciones y prácticas culturales distintas.
La población afro descendiente ha dejado una profunda huella en nuestro ser. Pero hay que entender que la cultura peruana es producto de una larga y lenta fusión que empezó con los primeros habitantes, continuó con los incas quienes amalgamaron y difundieron todo tipo de conocimientos y técnicas. Luego con la conquista se fusionaron elementos hispanos, moros, africanos y andinos, entre el siglo XIX y XX ingresaron nuevos elementos como los chinos, italianos, alemanes, japoneses que también han aportado lo suyo.
Si queremos saber sobre los aportes culturales afro peruanos, tendríamos que descomponer la cultura peruana y aislar los elementos afros que están en todos las manifestaciones culturales. En música por ejemplo, la presencia afro es innegable en la música costeña, de allí que Fernando Romero dijera “la costa es zamba” pero no quedó allí, los sones negros también suenan en la morenada del altiplano, la sensualidad de la música y el baile en el Perú es afro y con orgullo. Nuestro idioma se enriqueció con los afros, muchas palabras que todavía usamos son de origen africano, como bemba, bitute, concolón, chanfainita, chapana, tacutacu, cocacho, calanca, caracumbé, etc. En gastronomía está ligado a la llamada comida criolla que es la fusión de las técnicas y tradiciones culinarias afros, moras, hispanas y andinas, en este punto también me gustaría referirme a la idea generalizada que los esclavos comían solo las sobras, pero no es tan cierto, los esclavos urbanos y aquellos que tenían sus propias viviendas cocinaban aparte siguiendo sus propias tradiciones, adaptándose a lo que había, aprendiendo otras técnicas, consumiendo otros productos. Muchos platos y dulces considerados criollos o tradicionales son manufactura afro, como los picarones, los anticuchos, otros están casi olvidados y es necesario rescatarlos porque forman parte del patrimonio gastronómico como la revolución caliente, el camotillo y el ranfañote.
La religiosidad es otro campo con una notable presencia afro. El culto al Señor de los Milagros empezó en un barrio de negros, muy cerca del célebre Malambo, se sabe que la imagen fue pintada por un negro, la hermandad fue de negros, las sahumadoras son negras, recién en el siglo XX se abrió a otros grupos, se masificó y se constituyó en un culto nacional. Parte de la fiesta es la comida y los dulces que también son asociados a los afros (turrón de doña Pepa, picarones y anticuchos) Por otro lado, tenemos el culto a San Martín de Porras, el único santo negro que congrega multitudes en el Perú. Si imagen está asociada a la humildad, su distintivo es una escoba, símbolo del trabajo doméstico.
Pero al hablar de los aportes de los afro descendientes podemos cometer el grave error de mantener los estereotipos sobre esta población, cuando hablamos de afros la gente común lo relaciona con el servicio doméstico (lavanderas, cocineras, nodrizas) los deportes (box, fútbol, vóley), la pobreza y lo peor, la delincuencia. Es difícil para mucha gente pensar que los afros también son profesionales, algunos tienen liderazgo político local, regional y nacional, en esa perspectiva nadie imaginaría un comandante o un almirante afro porque tenemos una mentalidad arcaica que se resiste a pensar desde la igualdad, lo mismo sucede con las mujeres.
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